jueves, 28 de febrero de 2008

Llegué a la meta


Llegué a la meta


Tal vez pensé que nunca lo vería, pero, me toco muy cerca para pasarlo por alto. He aprendido tanto, que yo misma me sorprendo.

Una de las cosas más importantes que aprendí es el porque el mundo se esta extinguiendo…no me cabe duda de la realidad, esa que nunca queremos ver, la verdadera razón…el hombre extingue al hombre, uno al otro se comen las cabezas, por vanidad y poder.

Todos quieren tener la razón, todos quieren mandar más que los otros y se torna el juego en “vamos a ver quién da más”. Para poder lograr sus cometidos, mienten, para poder ser mejor, pisan y para demostrarlo, hieren. Y al final tenemos una partida de almas envenenadas por almas envenenadas, al final tenemos una lágrima escondida que por orgullo no dejaremos ver.

Decir la verdad nos puede costar la vida, una escena de “me has ofendido” y hasta una lagrimita para afirmar y hacerte sentir una culpa que no te importa pero te culpa delante de los ojos de todos los demás y no hay nada peor en el mundo que dejar de ser parte de la hilera de hormigas que se huelen los culos unas a otras, pero al final, formas parte.

Ese sentimiento existe porque el hombre no nació para estar sólo. Si nos remontamos a la divinidad de la creación, vemos a Dios arrancando una costilla a su obra perfecta para crear un clon que encaje perfectamente el uno con el otro, cóncavo y convexo. Desde entonces no existe en el mundo ser viviente que pueda soportar la soledad.

Entonces jugamos al juego de la hipocresía, de hacernos los tontos, mientras nuestro corazón se oprime viendo con ojos de margaritas silvestres la realidad, tragándonosla como el pan de cada día.

Si es terrible ver como otros aplastan a los otros por poder, peor es ver a otros usando a los otros para lograr sus cometidos; pero peor aún es cuando te hacen una cara de frente y de espaldas están hablando de ti, inventándote debilidades y mentiras que justifiquen la mezquindad de sus corazones.

Aprendí, que mientras más esperas, menos recibes. Aprendí que algunas personas son capaces de venderle el alma al diablo por poder. Aprendí que por más que lo intentes, siempre habrá alguien que te haga sentir que no has avanzado un paso, aunque hayas llegado a la meta. Aprendí que hay muchas personas buenas, mientras no le pises los talones. Aprendí, que es difícil decir la verdad aunque tengas la razón. Aprendí que la gente espera demasiado de uno y no dan nada a cambio. Aprendí que se esta solo aún en medio de un tumulto de gente.

Al fin de cuentas me he mirado al espejo y me he dicho “te quiero, sé feliz, cumpliste tus cometidos, finalizaste tus tareas, llegaste a la meta”.

Parecía una estampa de otoño; un árbol viejo que deja caer sus hojas ante un estremecimiento de ráfaga de viento, que creo un suspiro.
yhernand©

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